Aquí podría acabar este post, no tiene más historia la respuesta es que SÍ, pero si no te quedas conforme te voy a contar lo que me pasó a mi personalmente durante un viaje.
Antes de empezar necesito confesar que en 2017 viajé con mis amigas a Nueva York sin seguro, éramos jóvenes e inconscientes y queríamos viajar de la forma más barata posible. El querer viajar low-cost nos podría haber salido muchísimo más caro que el viaje y el seguro juntos. Por suerte no pasó nada ese viaje, pero ¿y si hubiera pasado?
Esa fue la primera y última vez que viaje sin seguro, tranquilos, desde entonces no me lo planteo. Es un gasto más, como lo es el vuelo, el alojamiento, la comida…Hasta nuestro viaje a México en 2021 nunca habíamos tenido que utilizar nuestro seguro, quizás haya gente que se pase la vida viajando y nunca lo utilice, pero créeme, cuando lo necesitas y lo tienes lo agradeces infinitamente.
Os cuento que pasó. En el vuelo hacia CDMX empecé a notar que tenía molestias al ir al baño, ya habiéndome pasado anteriormente, inmediatamente pensé: “por favor que no sea infección de orina”. Para prevenirlo me bebí toda el agua que teníamos y fui a rellenar la botella, después de varias veces les tuve que explicar a las azafatas lo que me estaba pasando y por suerte había una muy simpática que me dijo que les pidiera tanta agua como necesitara. Después de no sé cuánta agua, no sé cuántas visitas al baño (menos mal que tenía pasillo y estábamos en la segunda fila después del baño), quedó confirmado: tenía una infección de orina. Quedaban unas 4 horas de vuelo y yo no podía parar de levantarme para ir al baño, me dolía muchísimo, estaba súper incómoda, no podía ver una película, no podía dormir, no podía hablar, únicamente podía pensar en el dolor. Ya desesperada me tomé un ibuprofeno a falta de cualquier otra cosa que me pudiera ayudar, pero no me hizo absolutamente nada. Solamente quería aterrizar y buscar una farmacia.
Después de perfectamente hora y media pasamos la aduana y nada más salir, a la izquierda, ¡tachaaaan, una farmacia! Entré corriendo para comprar algo para una infección de orina. Me dieron fenazopiridina que ya había visto en internet que era bueno para las infecciones de orina. Me tomé la pastilla y al poco ya no sentía dolor. ¡Aleluya! Íbamos a poder disfrutar del viaje y la infección sería cosa del pasado, sería una anécdota que pasó en el vuelo de ida o eso pensábamos…
El primer día estuve de maravilla, fue el día que estuvimos conociendo el centro, alquilamos unas bicis y fuimos hasta el Bosque de Chapultepec, todo parecía estar bien. Al día siguiente tocaba visitar Teotihuacán y ya empecé a tener algo de molestias, nada grave, pero tenía que ir al baño con más frecuencia de lo normal. El martes nuestro plan era ir a la zona de Roma. Nos levantamos sobre las 6:00 y no me encontraba muy bien, sentía mucha molestia por la cistitis, aun así decidí tomarme las pastillas que había estado tomando, intentar ignorar el dolor y ver si se me pasaba (SPOILER: no se me pasó). Salimos del apartamento a las 7:30 am dirección Mercado de San Juan para desayunar, pero de camino las molestias no cesaban. Llegó un momento que ya no podía seguir andando y empezaba a desesperarme.
Era el momento de ir al médico. Era la primera vez que necesitabamos acudir al médico en el extranjero, nuestra priemera pregunta era, ¿y ahora qué hacemos? ¿cómo funciona aquí? ¿Nos plantamos en urgencias? ¿Habrá que ir a algún hospital concreto? En ese momento nos acordamos que teníamos seguro de viaje y que están justamente para estas cosas. Si, un poco obvio, pero como nunca se nos había planteado una situación similar tardamos unos minutos en darnos cuenta. Llamamos al seguro, nos pidieron los datos y nos dijeron que en menos de una hora se volverían a poner en contacto con nosotros. Nos volvimos al apartamento para esperar. Al poco me llamó el médico y me dijo que en menos de una hora estaría en el apartamento. ¿Cómo? ¿Viene a mí? ¿No tengo que ir a ningún sitio? Efectivamente. El médico vino a mí. ¡Qué alegría! No tener que ir al hospital, esperar a saber cuánto tiempo y estar allí incómoda teniendo que levantarme para ir al baño cada dos por tres, no podía creerme que fuera tan cómodo y rápido.
Vino el médico, me hizo varias preguntas y me recetó el antibiótico. No podíamos estar más contentos, habíamos perdido una mañana, sí, pero tan solo una mañana, para las 12:00 estábamos de nuevo en la calle buscando una farmacia para comprar el medicamento. Gracias a nuestro seguro de viaje, una situación que podría haber sido mucho más complicada, que nos hubiera restado mucho tiempo de viaje, se solucionó en cuestión de horas. Así que a la pregunta «seguro de viaje, ¿sí o no? decimos SÍ, por supuesto que sí.
De verdad, sería mi consejo número 1 a la hora de preparar un viaje. Sé que cuando estás preparando un viaje quieres que el presupuesto sea lo más bajo posible, sobre todo, en cuanto a gastos pre-viaje (vuelos, alojamiento, etc.) y cuando añades el seguro de viaje te suben un poco esos gastos iniciales, pero nunca sabes que puede pasar, quizás viajes toda tu vida varias veces al año y nunca utilices tu seguro de viaje, sí, puede ocurrir, pero la vez que lo necesitas te compensa por todas aquellas que no lo has utilizado. Ojalá nunca tengáis que hacer uso de vuestro seguro, pero ¿puedes garantizar al 100% que no lo necesitarás?